Algo habremos hecho, reseña

Reseña: «Algo habremos hecho», de Irene Montero

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Hay libros que entretienen, otros que informan, algunos que emocionan… y luego está Algo habremos hecho, de Irene Montero. Una obra que no sé si catalogar como ensayo, panfleto, ajuste de cuentas o fan fiction política. Lo que sí es seguro es que su título ya nos pone en alerta: efectivamente, algo hicieron. Y vaya si lo hicieron.

El libro es una suerte de terapia de autoconvencimiento en la que la autora intenta, con todas sus fuerzas, limpiar la imagen de Podemos después de su catastrófico paso por el Gobierno de coalición.

Con una narrativa que oscila entre la victimización y el autobombo, Montero nos cuenta lo malos que son los medios, lo injusto que fue el mundo con ellas y lo mucho que lograron en el Ministerio de Igualdad. Porque claro, si algo demostró su gestión fue un impecable dominio de la legislación y el sentido común… oh, espera. No.

Uno de los momentos estelares de su etapa ministerial fue la Ley del Solo sí es sí, que consiguió el hito histórico de reducir las condenas de cientos de violadores. Un pequeño detalle técnico, claro, que según Montero no fue culpa de la ley, sino de jueces «machistas», incapaces de interpretarla correctamente.

En fin, si la realidad no encaja con el relato, peor para la realidad.

Pero no nos quedemos solo en eso. También tenemos la Ley Trans, que, entre otras cosas, permitió que cualquiera pudiera cambiar de género en el DNI sin ningún requisito médico o psicológico. Una medida tan bien pensada que Inocente Duke, con su documental, demostró lo sencillo que era hacer uso de ella sin ningún tipo de control. Quién iba a imaginar que algo así podría generar problemas…

El libro también nos regala perlas sobre el «acoso político» que sufrieron Montero y sus compañeras. Desde luego, recibir críticas por las consecuencias de sus políticas debe de ser algo completamente inesperado cuando eres ministra. Pobrecillas. Pero si algo nos queda claro tras leer Algo habremos hecho es que, en el universo de Irene Montero, el problema nunca es suyo, sino de los demás: jueces, medios de comunicación, feministas críticas, la oposición e incluso su propio partido cuando decidió prescindir de ella.

Mención especial merece su interpretación del feminismo, que ha pasado de luchar por derechos y libertades a convertirse en una especie de catecismo moral en el que hay que repetir consignas sin cuestionarlas. Su versión del feminismo parece estar más preocupada por el lenguaje inclusivo y las cuotas de poder que por la defensa real de las mujeres. Porque claro, nada refleja menos el verdadero empoderamiento que reducir la realidad a una lucha entre opresores y oprimidas, mientras se crean leyes basadas en consignas vacías.slogan.

Y no podemos olvidar las constantes contradicciones: mientras critica a los medios por tergiversar la realidad, ella misma omite ciertos detalles incómodos de su gestión, como los errores en la ejecución presupuestaria del Ministerio de Igualdad o los informes pagados a consultoras amigas con dinero público. Eso, por supuesto, no se menciona en su relato.

En definitiva, este libro es una pieza clave para entender cómo no asumir ninguna responsabilidad y, al mismo tiempo, presentarse como la gran heroína incomprendida de la política española.

Para quienes busquen literatura de ficción, puede ser una opción. Para el resto, mejor invertir el tiempo en otra lectura menos distópica.

Si el próximo libro se titula No es lo que parece, también prometo leerlo.

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