«Aurea mediocritas»: sobre el feminismo, el movimiento red pill y sus respectivas radicalizaciones

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Llevamos años en una suerte de guerra civil ideológica, mediática y social.

¿El resultado? Una historia que se vuelve a repetir, pero con diferentes matices. Nos encontramos con una sociedad cada vez más polarizada y tristemente dividida en la que la diversidad de opiniones no es una opción: o estás conmigo o estás contra mí.

Esta división tan imperante, lejos de hacernos más fuertes, nos debilita. Nos hace incapaces de ser seres críticos al creernos con la verdad absoluta. Lo que digo yo y los que están en mi bando, mis aliados, es la verdad; pero ¿qué es la verdad?

Hoy quiero ocupar mi espacio de reflexión para hablar de una de las polarizaciones y divisiones que más me preocupan: la de sexos.

Una de mis divulgadoras de cabecera a la que siempre acudo es Claudia Nicolasa. En su comunicación encontramos rigor y fundamento psicológico y una clara apolítica (en el sentido de que deja de lado las cuestiones ideológicas para crear su contenido).

En su nuevo formato, entrevista a un hombre que había salido del movimiento incel (acrónimo en inglés de célibe involuntario). En el vídeo salían términos como simp o red pill.

Puede que a muchas personas, sobre todo mujeres, esto no os suene de mucho. Aquí te dejo un miniglosario con el significado de las palabras y qué es lo que promueven.

Qué es un íncel

Incel, o íncel (acrónimo de la expresión inglesa involuntary celibate, ‘célibe involuntario’), es una subcultura que se manifiesta como comunidades virtuales de hombres que dicen ser incapaces de tener relaciones románticas y/o relaciones sexuales con mujeres, como sería su deseo. Las discusiones que se producen en los foros inceles se caracterizan por el resentimiento, la misantropía, la misoginia y la apología de la violencia contra las mujeres y contra los hombres que se suponen sexualmente activos.

Rush Limbaugh los hubiera bautizado como machonazis, al igual que en su día acuñó el término feminazi para designar a una feminista radical. O eso quiero creer.

Si eres un tío medianamente decente, con pareja o un hombre que tiene la «suerte» de meterla cuando le apetezca, también estás dentro del saco de gente a la que odiar por parte de los hombres que siguen estos movimientos.

Qué significa ser un simp

Simp se trata del acrónimo Sucker Idolising Mediocre Pussy (idiota que idolatra un coño mediocre). También se dice que viene de simpleton (tonto/ingenuo/simplón).
Esta persona suele ser un hombre que demuestra una atención excesiva o una devoción desmedida hacia otra persona, usualmente hacia quien siente atracción romántica o sexual, a menudo sin recibir el mismo nivel de afecto o interés a cambio.

En resumen, hemos dejado atrás la palabra «pagafantas» y hemos adquirido un anglicismo más. Así parecemos más cool y más trendy incluso para llamarle a alguien pringao.

Qué es el movimiento red pill

Red pill, «pastilla roja» en inglés, hace referencia a Matrix. Una tremendísima obra de arte cinematográfico, a mi parecer. La pastilla roja te hace conocedor de la verdad; la azul hace que todo conocimiento adquirido de esa verdad de la que se habla, se olvide.

Este movimiento nace desde el hombre y para el hombre. El objetivo que tiene la red pill es divulgar la realidad masculina en el paradigma de citas, el mercado del amor y señalar las diferencias existentes entre el hombre y la mujer.

Se ha cogido esta metáfora desde varias perspectivas diferentes y el origen del movimiento se está viendo corrompido. Como todos aquellos que nacen con una causa noble.

Este movimiento nace desde el hombre y para el hombre. El objetivo que tiene la red pill es divulgar la realidad masculina en el paradigma de citas, el mercado del amor y señalar las diferencias existentes entre el hombre y la mujer. Diferencias que no se deberían negar ni repudiar.

Es importante señalar que es un movimiento que se basa en la antropología y en los estudios de comportamiento de hombres y mujeres con base científica, por lo que sí, hay muchas cosas en las que este movimiento tiene todo el sentido del mundo y no, no es un horror para los hombres que lo consuman.

Eso sí, cabe destacar que hay otros muchos contextos que se abandonan dentro de esta ecuación y que me parecen de suma importancia tenerlos presentes.

No obstante, como en todo movimiento, queridos hombres, os está ocurriendo exactamente lo mismo que a vuestras supuestas antagonistas (las feministas): os estáis radicalizando. Tanto en el discurso como en la forma de comunicarlo.

La red pill, como he dicho con anterioridad, si bien nace como una causa noble en la que los hombres se educan entre ellos, se está fragmentando en grupos de ideas (tal y como ha pasado en el feminismo) que van desde una mayor disidencia y pensamiento crítico (un lugar seguro) a un extremo que da pánico. Al igual que digo abiertamente y como mujer que también me lo da el feminismo radical; no es por el hecho de que sea un movimiento masculino por lo que da miedo, entendedme.

El extremismo también llega: el movimiento black pill

Estos tipos radicalizados serían parte del movimiento black pill. Algunos no se afilian a este movimiento porque no quieren ser vistos como los machonazis de turno y se quedan dentro de la llamada red pill, lo que hace que se manche el objetivo de la pastilla roja gracias a los hombres resentidos.

Combatir el resentimiento femenino con el resentimiento masculino y llegar a dos extremos opuestos es un mejunje pueril, absurdo, patético y chistoso. Nos hace entendernos menos y querer desentendernos más por ambas partes.

El diálogo, la empatía y la comprensión como verdaderos aliados

En este mundo que seguimos construyendo, con sociedad polarizada y que roza todos los extremos absurdos posibles (radicalismo entre lo femenino y masculino, entre izquierdas y derechas, entre el bien y el mal), la única solución que veo posible es la del diálogo, la empatía y la comprensión.

Invito a las mujeres a que se sienten con hombres que no los juzguen por el simple hecho de serlos. Lo mismo le digo a los hombres, sentaos con las mujeres de vuestro círculo y dialogad con ellas. Si es que todavía tenemos como seres racionales la entendernos los unos a los otros.

A los hombres heterosexuales, preguntadles cómo ven ellos el mercado del amor, qué es lo que para ellos no tiene sentido o qué es lo que esperan de una potencial pareja. También sobre las presiones y temores que sienten. Haced todo lo posible por entender su punto de vista sin juzgar sus deseos o anhelos.

A las mujeres heterosexuales, preguntadle qué es lo que buscan en una relación, qué esperan de un hombre o cuáles son los atributos indispensables para ellas. Porque sí, la hipergamia femenina existe. Asimismo, preguntadles por sus deseos y anhelos, por sus temores, por su visión de futuro.

Esa polarización se desvanece cuando tanto los unos como los otros ponemos un poco de cabeza y mantenemos una conversación coherente y madura. Sé que esto es algo que no se estila demasiado hoy en día, pero estamos a tiempo de volverlo a poner de moda.

Abandonemos todos ese pensamiento tan pueril de la razón y la verdad absoluta que tan solo hace distanciarnos los unos de los otros. Abramos la mente y el corazón y abracemos diferencias tan evidentes. Creemos un espacio de unión y no de desentendimiento.
Olvidémonos de las generalizaciones. Expulsémoslas de nuestra mente. No sirven.

Not all men, not all women.

En todos los extremos, encontremos a la gente que quiera equilibrar la balanza del sentido común, en esa escala de grises. En la virtud, como definió Aristóteles:

«La virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto» (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, sección 6).

Aristóteles escribiendo Ética a Nicómano

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